miércoles, 27 de febrero de 2019

Preferido

Podríamos hablar de cualquier cosa.
Del tiempo.
Que hace.
Que no.
Te veo.
Podríamos hablar,
quéséyo,
que hay sonrisas que pueden salvarte,
que la vida se arregla si empiezo a contarte.
Que no importa ni dónde ni cuándo
si ciento volando.
Solo con quién.
Que te imagino al otro lado
con cara de bobo
pensando, quizás, qué hacer con tanto descaro.
Que te escribo para decirte que hoy también fui cobarde,
que te eché tanto de menos que quise gritarte.
Que no hay carnaval suficiente
para arreglar este desastre.
Y que a veces,
sólo a veces,
pienso en hacer las maletas y huir a encontrarte.

Podríamos hablar de cualquier cosa.
Pero ahora que te tengo delante, que tus ojos me miran por dentro, que mis manos quieren desnudarte y que mi único deseo es detener este momento... Ahora que he empezado a soltarme, cualquier palabra es insuficiente para decirte que contigo ya no hay miedos y que el camino se nos ha llenado de sueños.

Que sí, que podríamos hablar de cualquier cosa, pero ya no me interesa escucharte. Que voy a comerme el mundo y voy a empezar por tu boca.

domingo, 24 de febrero de 2019

Sed de limón

Ahora que me acuerdo de ti
los días en los que ni siquiera llueve,
me doy cuenta de que
nunca he sabido escribir un final.
Ni ponerlo.

Supongo que los hechos
y los días de mierda y cuchara
se encargan de hacerlo por mí.

Y lo veo.
Joder.
¡Claro que lo veo!
Al final no hubo más remedio, ¿eh?
A dónde creíamos que íbamos.
Siempre arrastrando los pies...

Una vez que rozas la locura
tienes que hacer lo más sensato.
Cerrar los ojos.
Dar media vuelta.
Volver por dónde has venido.
(no mirar atrás)

Y aunque nos gustaría,
ya no hay nada que hacer
ahora
que
me
acuerdo
de
ti...

miércoles, 13 de febrero de 2019

Enredadera

Lo más difícil es siempre saber por dónde empezar.
Y cómo.
Cómo.
Como una mecha que no prende,
pero nos puede destrozar.
A ti. Y a mí. Que ya no es tu-yo. Ni mío.
Y así nos me va.
Tengo mucho que contarte, pero ya no nos queda tiempo. Ni espacio. Que compartir.
Y echarte de menos se ha convertido en un periplo sinsentido.
Infinito. Color rubí.
Cómo.
Como este dolor en el que me refugio. Intentando encontrar quéséyo, una respuesta. Una salida.
Quitarme el caparazón y mostrar(te) qué soy. Cobarde.
Cómo hemos llegado hasta aquí. Tan alto. Al borde.
Cómo.
Como una de esas sonrisas tuyas. Como perderme en tus ojos. Como decirte que solamente me encuentro si es contigo.
Como gritarle al tiempo: "si salgo de ésta, derribo el olvido".
Cobarde.
Y nunca es tarde si eres tú quien llega,
quien abre,
quien entra.
Y me dices algo del vino. Pero no puedo escucharte.
He vuelto a echar el pestillo. A asustarme.
Ojalá me quieras libre.
Ojalá me quieras.
Para decirte entonces que nunca es demasiado tarde ni suficientemente lejos.
Que te espero donde siempre,
que no hay quien pare esto.